Esto del cambio de hora no es nuevo o reciente. Hace casi cien años ya ocurría. Al menos en 1926, según publicó el diario zaragozano El Noticiero el 2 de octubre del año citado. Como la reproducción no tiene calidad suficiente, transcribo la noticia tras esta imagen.

El Noticiero, 2 octubre 1926
Un día de 25 horas
He aquí el dedo de actualidad, el dedo un poco misterioso que pone en hora los relojes. Esta noche nos serán devueltos los sesenta minutos de que nos despojaron a los españoles en abril pasado. La «hora oficial» vuelve a confundirse con la natural y se procurará poner de acuerdo al padre Sol y a los relojes. A las doce de la noche serán las doce por una hora más.
Tendremos, pues, un día de veinticinco horas. Nos encontramos, como ustedes ven, en «el día más largo del año».
Para aquellos a quienes sorprenda el cambio de hora en un tercera de ferrocarril, la cosa tiene sus ribetes de tragedia. En cambio, para los trasnochadores, sobre todo si tienen «orden» de volver a casa «a hora fija», esta noche va a ser deliciosa.
Sea de sueño, sea de charla en la tertulia del café, esta noche recobraremos la hora que en abril perdimos. Porque mañana, a las nueve, por ejemplo, serán las diez… de estos días pasados. Y ahora que empiezan a refrescar un poquillo las mañanas dará gusto pensar, bien arrebujados en la leche, que ya no rige «la hora oficial».
Lector: no olvide usted esta noche echar atrás las manecillas del reloj.





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